30.3.06

Tengo miedo...

Tengo miedo de todo lo que me ha pasado en el último tiempo. Tengo miedo de que se acabe, de dejar de ser yo misma, de comenzar a depender de algo o alguien, tengo miedo de haberme sacado la careta que siempre me protegió...
Tengo miedo de todo lo que se viene... De que mi vida ya no sea la misma, de que mi salud ya no me acompañe... Quizás no tengo miedo de dejar de ser yo misma, sino que temo a empezar a serlo, a sentirme más libre, a llorar cuando quiera, a reír cuando lo necesite.
Tengo miedo a soñar, tengo miedo a despertar, a que la vorágine me consuma y no poder vivir como quiero...
Lo siento... Quiero dejar de pensar en el futuro, pero es inevitable, está allí... No hay nada más breve que el presente. Si lo piensan, mientras están leyendo, los minutos pasan vez más cadenciosos, como burlándose del inexorable destino.
No quiero tener más miedo.

20.3.06

La otra Cony


Aunque esto no es un flog, igual me permito mostrarles esta foto... Aquí estoy con mis peucas scouts, las loquillas con las que nos devanamos los sesos para convertir a los pequeños monstruitos en mujeres de bien (ya se me salió la MG que llevo dentro).
Es verdad, la foto no nos favorece demasiado, pero ya llevábamos varios días de campamento!!!
A mis fumancheras (en orden de aparición): la Rayén, la Millaray, la (M)Arimatú, y la más simpática y taquillera Maillén -ésa soy yo-
Las kero guatonas...

16.3.06

Hay gente que no necesita un padre

H ay gente que tiene padre, madre, hermanos, e incluso primos. Ése no es mi caso. Mi madre y yo siempre hemos vivido solas. Mi padre decidió marcharse cuando aún yo no nacía. Era una situación que hasta ese momento, no me había cuestionado, ni tampoco me importaba mucho.
Santiago estaba cubierto de nubes espesas aquella mañana. Era 2 de junio, el día de mi sexto cumpleaños. Mi madre me vistió y fuimos a comprar una torta para celebrar en la tarde. Decidimos caminar hacia el centro, ya que vivíamos a pocas calles de la Plaza de Armas. Caminábamos por el Paseo Ahumada y nos detuvimos en una tienda. Acerqué mi cara a la vitrina y me dediqué por algunos segundos a observar la enorme cantidad de tortas que allí se mostraban.

Miré hacia mi izquierda y distinguí un rostro que también posaba su vista sobre el vidrio. De pronto giró su cabeza y fijó sus ojos en mí. Me miró por largo rato. Mi madre me tomó de la mano y me sacó de la tienda. Su respiración se hizo cada vez más rápida; sus pasos, cada vez más continuos. Yo no entendía lo que pasaba. Se detuvo en seco y me dijo que ese hombre que me miraba, era mi padre.

Nunca he sentido que le debo algo a mi padre, quizás porque siento que no me trajo al mundo, ni tampoco le importó cómo me llamaba, ni dónde vivía, ni siquiera si quería conocerlo.
Aún no me cuestionó por qué no me quiso, o por qué yo tampoco me intereso por su vida. De todas las personas con las que me he topado alguna vez, sólo mi padre pudo resolver ese misterio. Hay personas que no necesitan un padre. Yo soy una de ellas.

9.3.06

"Diré lo que pienso, y haré lo que digo"

No tenía ganas de levantarme de mi cama. Los primeros días de la Universidad ya me tenían agotada. Eran las 19:00 y yo no me podía mi propio cuerpo. Ayer era mi día, ¿por qué no me podía quedar en cama por un rato más?.
El ruido y la gente caminando por las calles, me hizo asomarme a la ventana. Banderas con las imágenes de Gladys Marín y Michelle Bachelet, teñían de colores la oscura Alameda, que en tantas ocasiones, ha sido mudo testigo de la historia de nuestro país.
Tomé las llaves y mi celular y salí a ver qué pasaba. Folckoristas de todas partes de Chile subían al escenario, en una sucesión vertiginosa, pero atractiva... Al fin de cuentas, no todos los días se ve algo así. Heladeros y vendedores ambulantes hacían negocios, vendían artesanías, banderas y cintillos con la foto de Michelle. Asociaciones de gays, lesbianas, transexuales y demases, se colaban entre los asistentes. Hasta los deudores habitacionales se manifestaron y opacaron la ceremonia.
De pronto, un operativo de gran magnitud se subía al escenario. Coca Guazzini, la conductora del evento, realizaba una emocionante y hasta llorona presentación. Era primera vez que una mujer, como presidente de la república, encabezaba el acto del día de la mujer. Michelle Bachelet era el ícono de todos los que se encontraban allí, los que creen que sus sueños y esperanzas se ven encarnadas en ella.
Sin duda, manejó la audiencia a su antojo. Habló de la Ley de Cuotas, para que los cargos en las reparticiones públicas sean ocupados de manera paritaria entre hombres y mujeres con los mismos talentos. Habló de las salas cunas, de las mujeres temporeras y de tanta desigualdad que hasta el siglo XXI nos sigue afectando.
Pero me faltó algo... Un recuerdo, una reseña al lamentable acontecimiento que nos reunía, al fatídico 8 de marzo de 1908, en Nueva York, cuando las trabajadoras de Cotton Textile Factory de Washington se declararon en huelga y ocuparon la fábrica, para protestar sobre sus condiciones de trabajo. Sólo pedían tener el mismo salario que los hombres, descanso dominical, reducción a las 10 horas la jornada, derecho a la lactancia y reducción de la jornada laboral. Sólo pedían igualdad. El dueño rechazó la huelga, cerró las puertas y le prendió fuego... 129 mujeres murieron por los derechos que les correspondían... Señor lector, también ellas murieron por sus derechos, porque no se olvide que Ud. proviene de una mujer, que es su madre.
Michelle, en la misma Alameda que ayer se abrió para un buen número de mujeres que nos encontrabámos allí, aún se escuchaban sus palabras: "Diré lo que pienso y haré lo que digo". Creo que por ésas 129 que murieron, usted ha dejado su palabra empeñada.
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