30.1.06

Bucarest 187, un llamado desde el "cordis"


Este verano ha sido de grandes altos y bajos. Crisis vocacional, campamentos, días y días en cama por una extraña lesión en la pierna (creo que me hicieron mal de ojo o algo así, porque si no, no me lo explico) y entre tanto ajetreo, me decidí a "cultivar la mente", dedicándole un buen rato a la lectura -como si no hubiera leído nada durante el año-. Cayó en mis manos un libro de la destacada periodista Patricia Verdugo, titulado Bucarest 187, donde se describe detalladamente el ambiente político en el cual la prensa disidente jugó un rol clave.
Sin duda no dice nada nuevo. Nada que no sepamos. Nada de lo que asombrarse. Pero tampoco podemos negar que Verdugo hace de su propia tragedia, un canto a la vida, un llamado desesperado por justicia, una vuelta a las raíces. A través de sus páginas descubrimos una mujer muy distinta a la que leímos en Operación Siglo XX. Trae los recuerdos a la superficie y logra emocionar con partes de su relato.
Las primeras sesenta páginas no son lo que esperamos de esta mujer Premio Nacional de Periodismo. El relato personal no logra fundirse con la narración histórica de los acontecimientos, pero luego veremos que el lector sí puede identificarse con su historia, algo como un click interno.
No me cabe duda que este libro es el responsable de que vuelva a creer en el Periodismo y su labor como garante de la democracia. No estremecerse con el relato de dos estudiantes de Periodismo, es imposible.
No existen palabras más acordes para terminar esta pseudo crítica que las de su escritora...
Recordar es un acto sagrado. Significa volver a pasar por el corazón, por el cordis, en un proceso que conduce a la sanación. Recordar es también un acto subversivo cuando el discurso imperante busca la desmemoria, el olvido. Invito a la subversión...

5.1.06

Elecciones Presidenciales 2006

Nuestro país está a muy pocos días de elegir a su próximo gobernante, el que nos guiará hacia el "Chile del Bicentenario". Sin duda, ambos candidatos- Michelle Bachelet y Sebastián Piñera- tendrán una difícil misión: continuar la obra del gobierno actual, que debemos recordar que es uno de los mejores evaluados en la región, si no es que el mejor evaluado (disculpen por la imprecisión de los datos).
Ninguno de los candidatos satisface plenamente el ideal de país que tengo en mi mente. Michelle Bachelet despierta una enorme molestia en mí. Siento que su inconsistencia deja mal paradas a las mujeres, y no es que mi feminismo recalcitrante salga a la luz en este momento, pero sí me molesta profundamente que utilice la imagen de una mujer esforzada y casi que "de pueblo" para conquistar los votos que le fueron esquivos en la primera vuelta. Por lo que la conozco, sé que Michelle no es la mujer típicamente chilena, como la que podemos ver en la franja televisiva. No digo que ella no se halla esforzado por todo lo que tiene, y no me cabe duda que lo debe merecer, pero sí me disgusta que diga que ella tiene el carácter esforzado y decidido de la mujer chilena para gobernar un país. Eso no basta, señores. No sólo mostra su carácter gritando o subeindo el tono de voz, para parecer más enérgica, ni tampoco se necesita perdonar a quienes mataron a tu padre, sino que se necesita construir un futuro, pero sin dejar de lado el pasado. Soy de las personas que creen que no existe el perdón, sino que uno debe aprender a vivir con los errores del pasado, para no volver a cometerlos, porque un país que no reconoce su historia y su pasado, no tiene futuro.
Me parece por lo que he podido ver de ella, no solamente en la TV, sino que cuando he estado en círculos sociales con ella, cuando he estado en su casa y cómo la he visto de cerca y de mucho antes que fuera ministra, la abanderada concertacionista no es la mejor carta que esta coalisión pudo jugar. Su poco training político la hizo cometer graves errores mediáticos y sólo en la recta final, pudo perfilarse como una candidata mediamente consistente, como pudimos observar en el último debate televisivo.
Caso aparte es el empresario Sebastián Piñera. Sí... Empresario... Porque desgraciada o afortunadamente no se puede negar de dónde uno proviene, y el candidato en cuestión emergió desde las flamantes oficinas de algún directorio de empresas, para retomar su carrera política. Hace algún tiempo, escribí en el Caleidoscopio, que Piñera es lo mejor que le pudo pasar a la derecha, y lo sigo sosteniendo. Vino a renovar los alicaídos ánimos de una Alianza por Chile que tuvo que aceptar la derrota de Joaquín Lavín en el 1999, por un estrecho margen con nuestro actual presidente, y que además debió aguantar una de las candidaturas más largas de la historia, porque no es gracia estar en campaña más de 5 años, esperando a que se repitiera un escenario más o menos similar al que se dio en la elección antes señalada.
Piñera vino a imponer una "nueva" forma de hacer política. Sin chaqueta, camisa arremangada y mirando de frente a la cámara y a los focos, siguiendo el estilo que impuso Lagos en los 90s.
No voy a negar que en algún momento pensé en votar por él, porque le compré su parada independiente, porque le creí cuando se sentaba sobre lo que decía su partido. Pero ya no. No podría. Me da susto cómo pretende financiar los 100 mil empleos que ofrece. No es claro de dónde sacará esa plata. Claramente, no de su bolsillo: el hombre es millonario, pero no es el Tío Rico. Me preocupa que sus medidas económicas sean una de las tantas trabas con que la clase media se ve enfrentada día a día, me preocupa que bajen los sueldos, me preocupa ver a una Lily Pérez y una Evelyn Matthei en su gabinete.
Además creo que en el último debate se vió la fuerte influencia de Joaquín Lavín como parte de su Comité Político. Se notó un Piñera desesperado, tal y como se mostró Lavín en los últimos meses de su campaña. Creo que la adhesión del ex abanderado UDI, no hace más que restarle votos independientes a su candidatura, justo los votos que Piñera busca.
No me cabe duda que estas presidenciales serán, para muchos, la elección entre un pasado no olvidado, una vuelta al plebiscito del 89. A mí no me parece. Porque para revivir el pasado, necesitaríamos a un Pinochet con la fuerza y la convicción de haber salvado Chile, y no al anciano que ha sido desaforado por un buen número de asuntos judiciales pendientes y que, incluso, sus más cercanos, le han dado la espalda (porque si hubieran sabido todo lo que pasaría, habrían votado que no!). Además, necesitaríamos una economía estancada, con un fuerte influjo neoliberal. Pero, por sobre todo, necesitaríamos jóvenes que salgan a las calles a exigir lo justo, lo que les fue negado por tanto tiempo. Por eso, Chile debe aspirar a más, para aprender a vivir con sus pasado, para no revivir su pasado.
PD: Los invito a participar de esta super encuesta que agregué a mi blog, para saber quién demonios gobernará nuestro país en los próximos 4 años. Suerte.
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